Daniel Garbade viajó a Cuba en 2014 y desde entonces no ha dejado de investigar sus raíces cubanas. En esta exposición, el artista nos muestra los frutos de esa búsqueda, y los paralelismos y conexiones entre la Cuba de sus antepasados y la actual. Su abuelo Teodoro Garbade emigró a Cuba a finales del siglo XIX para dedicarse a la industria tabacalera; Se casó con Aida Heydrich Cubero, nieta del ilustre Fernando Heydrich Klein, ingeniero que ideó y construyó el famoso Acueducto de Matanzas.

Fernando Heydrich, además de ingeniero, fue artista y escultor, esculpiendo, entre otros, el busto de Bismark. Garbade, tataranieto y también artista, sigue sus pasos; En 2016 realizó la placa para la tumba de Mijail Bakunin por encargo de los dadaístas de Cabaré Voltaire. Garbade nos ofrece en esta exposición una colección de obras que hablan de sus orígenes cubanos. Son retratos de sus antepasados, autorretratos y algunos paisajes, compuestos por cientos de fotografías procesadas digitalmente para conseguir el efecto artístico deseado.

Para narrar su historia, Garbade utiliza telas, prendas de vestir y camisetas como soporte de sus obras.

El título Vest Menté alude a la ropa y al verbo mencionar: que significa hacer una referencia explícita a una persona o una cosa. La ropa se ha convertido en una seña de identidad muy importante, como los selfies en el móvil. La ropa nos habla de la moda y del carácter efímero de las cosas que pasan por nuestra vida; pero las modas también regresan con otras perspectivas, como es el caso de la mirada de Garbade a su pasado familiar en Cuba. Si nos acercamos a los detalles de las obras, descubrimos finos dibujos sobre obras de Goya entre otros; Garbade reinterpreta así su pasado, su ADN, reinterpretando parte de la historia del arte.

La exposición se completa con la serie “volver a rodar”; formado por fotografías intervenidas de objetos que pertenecieron a sus antepasados.

Durante el confinamiento, Garbade profundizó en su desván físico y emocional, encontrando objetos olvidados de sus antepasados que hablaban de movimiento. Bicicletas viejas, patinetes viejos y oxidados que durante la pandemia recuperan un nuevo significado de libertad, movimiento, evasión e identidad. Simbolizan, por tanto, el regreso al origen, ahora reinventado y reabierto, celebrando una vez más la vida y la memoria.

De esta forma consigue una estética sorprendente y surrealista, a la vez familiar y nueva, dando nueva vida a estos objetos antiguos como si de una película se tratara; una película que retoma su rodaje. Así Garbade nos anima a volver a nuestras vidas, cargadas del pasado, de lo bueno y de lo malo; simbolizando la conexión entre las dos épocas, también entre dos momentos, pre y post pandemia.

La exposición es resultado de una estrecha colaboración del Centro Provincial de Patrimonio Cultural de Matanzas, la Galería Pedro Esquerré, la Fundación Ludwig de Cuba, la Galería Vesaniart Málaga y la Embajada de Suiza en La Habana.